domingo, 19 de febrero de 2012

The first andine experience, Cerro el plomo 5424 m.



Ya van unos meses en Chile, tres si no me equivoco, y la verdad que hasta ahora, poco monte, mucho pisco y mas burocracia. Ya llego el momento de desempolvar todo el equipo y tirarme pal monte. No esta siendo muy fácil contactar con gente aquí, así que me voy por mi cuenta, aver que pasa, a alguien me encontrare en los montes de alrededor de Santiago.

El Plomo es el cerro que domina Santiago (siempre que el smog lo permita), un par de glaciares que se descuelgan desde su cumbre, a 5424 m. Eran tantas las veces que lo había visto, que lo había mirado con ganas, a las 7 de la mañana, cuando llegas de pedo a casa y la nube toxica de humo de Santiago aún no lo ha cubierto todo. Es curioso levantarse de resaca, volver a buscarlo con la mirada y descubrir que ya no está. Así que el jueves 16 de febrero me animo y marcho a por el:

- Día 1 (16-2-2012): 32º a la sombra, hago la mochila y salgo al supermercado a comprar lo necesario. Micro, luego metro y para acabar taxi hasta el cruce de farellones donde espero que alguien se apiade de un montañero despistado. La paciencia me dura bastante poco y empiezo a andar por la carretera, intentando no acordarme de que son 40 km hasta mi destino. A la hora una pick-up me para y me lleva unos kilometrillos. Sigo andando y a la media hora o así una camioneta me para, me monto en la parte de atrás y me lleva otros kilómetros hasta un cruce donde nuestros destinos se separan. Aquí espero con un obrero que espera tener la misma suerte que yo, pero para ir a trabajar. Al final un camión que sube sacos de cemento a las obras de ampliación de las pistas de esquí de Valle Nevado nos recoge a los dos y nos sube. Perfecto, las 18:00 y en Valle Nevado, así que me hago con bien de agua, como, bebo y marcho. Por las pistas de esquí llego en unas dos horas a la Laguna de Piquenes, sobre un mar de nubes y casi anocheciendo. Montar tienda y cenar.

A la noche, una tormenta lejana me acojona un poco, pero solo queda disfrutar del espectaculo y rezar al dios del fin de semana para que no se acerque.


Anochece cerca de la Laguna de Piquenes.

- Día 2 (17-2-2012): Parece que la tormenta no se acercó, se me pegan un poco las sabanas pero tampoco tengo demasiada prisa. Ahora toca decidir para donde tiro, me animo y enfilo la ruta al campamento del Plomo.
A las 10 empiezo a andar, paso cerca de las obras de las pistas y poco a poco me voy internando en el valle que va hacia Piedra Numerada (conocido lugar de campamento para la ascensión al Plomo). A partir de aquí, el camino va pillando altura, desde los 3500 de piedra numerada hay que remontar hasta los 4100 del refugio federación al pie del cerro. La altura se va notando poco a poco y el peso de la mochila machaca bastante. Se van superando sucesivos contrafuertes y morrenas hasta que de repente te das cuenta que estas debajo de los glaciares y aparece ante ti el refugio federación. Aquí llego hecho polvo, y me desmoraliza bastante para el intento a cumbre del dia siguiente. Monto la tienda y flipo con donde estoy, en mi vida había estado a tanta altura. Al rato llega una pareja de montañeros y mas tarde otros tres, con los que comparto una buena cena y un buen rato. Hablando con ellos me animo a intentarlo al dia siguiente, asi que para las 21, al saco.

Amanece en la laguna de Piquenes.

Arrieros

De donde vengo, y hacia donde voy.

Cerro el Plomo

Refugio federación, 4100 m. Detrás, el Plomo con sus glaciares. Se aprecian las zetas.

-Dia 3 (18-2-2012): A las 2.30 suena el despertador, mucho viento y muchas dudas, la situación me supera un poquillo. Escucho como los dos chicos que acamparon cerca mía marchan; así que me caliento, hago un poco té, una mochila mínima con agua y cacahuetes, me pongo toda la ropa que tengo y salgo hacia las 3.30. Sigo las frontales que van por delante y empiezo las zetas de la primera morrena. A la hora les pillo a los que van delante mía y en media hora mas llegamos al refugio Agostini, a 4600 m. La noche esta increible, constelaciones del hemisferio sur, la gran nube de Magallanes al lado de la vía lactea... parece un sueño. No puedo parar y me siento muy bien, el quitarme peso me da alas, hace frío así que sigo por delante de los chilenos a seguir las frontales que van por delante mía, ahora son tres luces las que hay que seguir. Voy pillando altura y cada vez cuesta mas mantener un ritmo decente, aparte del frío que cada vez es mas intenso. Cuando empieza el cruce hacia la pirca, mis manos estan insensibles, y a unos 5000 . llego a la par de la cordada que va delante mía. Son las 7.00 y empieza a amanecer, el espectáculo está servido: Aconcagua y Tupungato hacia un lado, Santiago despertando hacia el otro. Solo queda una hora como mucho, pero las manos no las siento, me paso un rato reanimandolas hasta que el dolor me indica que la sangre vuelve a fluír asi que me animo a atacar la cumbre. Cruzas el glaciar, rodeas la falsa cumbre y remontas la canaleta, donde el viento te tira y hay que andar atento. Al final, llegas al lomo de la cima, y un pequeño palo con una tela anuncian la cima. Pero no hay tiempo para celebrar nada, intento sacar una foto pero la cámara esta congelada. Unos -15º con vientos de 50-60 km/h en la cima, a las 8.10 de la mañana, asi que a toda hostia para abajo. En la canaleta me cruzo con uno y en el glaciar con la cordada anterior, saludos y abrazos y a seguir bajando. En unas dos horas llego al refugio donde tengo la tienda montada, aqui me junto con los Chilenos que habían llegado la tarde anterior.

Duermo un ratillo y espero que bajen los dos que salieron de este sitio la noche conmigo. Hacia las 3.30 de la tarde desmonto el campamento y empiezo a bajar, llego a piedra numerada, pero la verdad que me encuentro bastante bien así que me animo a seguir bajando. Despues de unas subidas y bajadas que me funden por completo llego a los hoteles de Valle nevado a las 19.30, donde consigo que un chico de las obras me baje hasta Santiago. Día duro, largo pero muy muy contento para ser el primer pico de mas de 3404 m. que hago.

Hasta Santiago y a la cama, mañana será otro día.